domingo, 7 de octubre de 2007

Gracias


Hace tiempo que quería escribir este post, pero hasta ahora no he encontrado el momento de inspiración y tranquilidad suficiente para hacerlo.
En un post anterior hablaba de que estoy en una época de crecimiento personal, y así es. A veces pasan personas por tu vida que no te aportan nada, y a veces otras, de las que aunque no nos demos cuenta (y mucho menos ellas) tenemos mucho que aprender. A veces, aprendemos no del ejemplo que vemos, sino precisamente de lo que vemos que no es correcto. Cada cosa que nos ocurre tiene su sentido, y de todo podemos aprender.
Hablaba en ese post también que la lección que estoy aprendiendo es precisamente la de no ser tan orgullosa y rencorosa. La verdad es que siempre lo he sido, o mejor dicho, desde mi "revolución adolescente" que me llegó un poco tardía, sobre los 18/19 años. Ninguno de mis amigos de hoy en día se cree que fui una niña tímida y reprimida... no me extraña. Aunque en el fondo de mi ser sigo teniendo una parte de aquella niña, pero por norma general soy más lanzada, valoro si merece la pena algo, y si así lo considero voy a por ello con todas sus consecuencias.
Conocer a mi fauno ha sido todo un reto. Nunca mejor dicho, y además, a todos los niveles. Por supuesto que no es perfecto (ni se acerca, vamos... jeje), pero quién quiere serlo...
Para bien o para mal, todos los hombres que han pasado por mi vida, ya haya sido como pareja, amante, o simplemente buen amigo, nunca han tenido el "arte" suficiente de saber torearme. Tengo la suerte o desgracia de tener un carácter muy fuerte, y aunque al rato de subirme a la parra me de cuenta cuando estoy equivocada y no me cueste pedir perdón si es necesario, algunas personas no encajan muy bien mi forma de ser. O simplemente no saben plantarme cara, que es lo que realmente necesito.
Y de repente conozco a alguien que en el primer roce, y sin conocerme de nada me dice "que los dos tenemos dos opiniones distintas, pero ambas perfectamente válidas". Y me deja perpleja y pensativa... y me hace darme cuenta que tiene toda la razón del mundo, y que a pesar de eso he tardado 35 años en percatarme de ese hecho, y que precisamente alguien que no me conoce de nada ha sido la primera persona en pararme los pies con una simple observación que consigió dejarme muda.
A partir de ahí han pasado muchas cosas, y esa persona siempre me ha recordado que antes de juzgar sin preguntar hay que dar ocasión a réplica a la persona en cuestión. Me ha enseñado a ponerme más en el lugar de los demás. A no ser tan orgullosa de querer tener siempre la razón. A saber perdonar con más facilidad. A no ser tan rencorosa.
Quizás en parte todo eso también tenga su parte mala, porque realmente a veces me paso poniéndome en el lugar de los demás mientras muy pocas veces la gente intenta ponerse en mi lugar. Pero claro, yo tengo que ver lo que yo soy capaz de hacer, no lo que los demás hagan. Valoro si yo actúo bien, no si los demás lo hacen (bueno, miento... sí juzgo, pero intento ver antes porqué han actuado de esa forma).
No me he hecho perfecta, y mi genio sigue pudiendo conmigo, eso es algo que creo que nunca cambiará. Pero he aprendido a valorar lo que me dan cuando están conmigo, lo que están dispuestos a dar en cada momento, respetando un poco más los momentos en los que, por el motivo que sea, no me pueden hacer caso.
Soy feliz por mi misma, sin tener que depender de nadie. Alegrándome cada vez que alguien especial se acuerda de mi.
Y aunque te parezca mentira, mi querido fauno gladiador, esto ha sido un paso que tú me has ayudado a dar y por el que esa amistad especial que nos une merece más aun la pena conservar.
Ninguno de los dos es perfecto, pero ambos tenemos cosas muy valiosas en nosotros. Ojalá seamos capaces de seguir creciendo y aportándonos cosas y ser amigos por mucho tiempo.
Gracias, por ser como eres... a pesar de todo, y de todo corazón.

1 comentario:

  1. A pesar de todo y todos
    Eres una Gran Mujer
    de esas que uno se encuentra
    de vez en vez
    M.

    saludines

    ResponderEliminar