lunes, 25 de mayo de 2020

Ser espiritual...


A veces creemos que somos muy espirituales, todo paz y amor. Pero no somos - o peor aún - no queremos ser conscientes de los demonios que llevamos dentro.

Antes de lanzarnos a querer compartirnos con otras personas, deberíamos ser bien conscientes de ellos, pues de ellos depende el daño que podamos llegar a hacer a otras personas, consciente- o inconscientemente.

Y posiblemente, de ese daño dependa también, si los demonios dormidos de esa persona vuelven a despertar, porque sienten la necesidad de defenderse, en lugar de permanecer en el rincón del olvido en el que estaban y que es el que les corresponde.

En esta vida, por desgracia, todo va encadenado. Lo que tu me hagas me afecta a mi, y lo que haga yo a otra persona le afectará a otra persona.

Por eso, estoy aprendiendo a mantener las distancias de personas que no me aportan nada. O peor aún, de personas que solo me quitan la paz.

El problema viene, cuando encuentras  una persona que te transmite una paz inmensa, hasta que ella misma se pierde en el laberinto de sus propias emociones, porque sus demonios se han despertado. Y al mismo tiempo se despiertan los míos, sintiendo la necesidad de tener que defenderme de una amenaza que quizá ni siquiera existe, porque en lugar de una amenaza es un grito desesperado de socorro de la otra persona que mis propios demonios no me dejan oir.

Con lo fácil que podría ser todo, si desde un principio no existieran las personas que pisan y hacen de menos a las demás. Esas, que nos dejan sin autoestima, y por las que luego sufrimos este tipo de consecuencias, alimentando sin nisiquiera darnos cuenta, a nuestros propios demonios, que nos quitan día a día un poco más la posibilidad de ser feliz, porque dejamos de creer en nosotros mismos...

Si al menos fueramos capaces de darnos cuenta y unirnos en lugar de espantarnos, para juntar fuerzas y eliminar esos demonios unidos, en lugar de alimentarlos por separado y hacernos daño mutuamente, cuando en el fondo es lo que menos deseamos...

Pero el ser humano es así. Prefiere permanecer sólo e infeliz, que arriesgarse lucha en compañía de alguien que le entiende, por miedo a que las cosas puedan salir bien.

Prefiere refugiarse en la engañosa seguridad de la soledad, que abrirse a la posibilidad de que un rayo de luz provenga realmente de una estrella que pueda guiarle por un camino mejor.

Y como somos animales de costumbres, cuanto más tiempo llevemos en nuestras cuevas, menos sociables nos hacemos y menos sabremos lidiar con las personas y con nuestras emociones cuando nos encontramos con ellas, destrozando así nosotros mismos cualquier posibilidad que se nos ofrezca a poder volver a ser feliz.

Porque al final, son más poderosos nuestros miedos que nuestros sueños, y son más peligrosos y dañinos los monstruos que nosotros mismos llevamos dentro, que los demonios que otros dejaron atrás en nosotros.






1 comentario:

  1. Ser sincero es una aventura, pero ser certero una diana en el corazón de todas las cosas que sabemos que se deben decir. Un saludo y gracias por visitar mi blog. Lo tengo algo abandonado. Lo uso de muleta para encaminarme por los caminos de mi fantasía.

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