domingo, 11 de noviembre de 2012
Sobre el amor
El amor es una cosa curiosa. Cuando lo buscas, no lo encuentras. Cuando no lo quieres, te atropella. Y cuando crees que nadie te quiere, siempre está presente aunque no lo sientas. Queremos a los que no nos quieren y no solemos querer a las personas que nos quieren, y como con todo en esta vida, no solemos apreciar lo suficiente lo que tenemos al lado cuando lo tenemos. Los que no tenemos la suerte de tener una relación de esas que duran toda la vida, vamos vagando por ahí diciendo que vivimos muy bien, pero deseamos en lo más profundo de nuestros corazones encontrar a esa persona que te hace sentir bien y que por una vez alquien se quede a tu lado por siempre. Los que tienen pareja envidian a los que no la tienen. Es naturaleza del ser humano no conformarse nunca con lo que tenemos en nuestras vidas.
El caso es que en esos momentos que estamos de bajón, deberíamos recordar que el amor no es solamente lo que mucha gente relaciona con la palabra "amor".
Hubo una temporada, en la que no distinguía entre "querer" y "amar". De hecho, hay países en los que no existen ambas expresiones. Se dice "apreciar" y "querer/amar", esto último en una sóla palabra. En los últimos años he pensado que había una diferenica, cometiendo el error de ligar la palabra amar a las relaciones románticas, mientras la palabra "querer" valía para todo lo demás. De hecho, otra curiosidad de la expresión "te quiero", es que textualmente significa "te QUIERO (para mí)" (I want you, en inglés). Y aunque queramos que lo que amemos esté para siempre a nuestro lado, esa no es la expresión correcta, ya que se debe quedar voluntariamente y no porque nosotros deseemos que se quede.
Como véis, esto de amar es de lo más complicado.
Aunque, si nos despojamos de las palabras y entramos en el mundo de los sentimientos y nos dejamos llevar, amar es de lo más sencillo.
Amar es dar libertad. Olvidar rencores. Saber perdonar y dar nuevas oportunidades. No tirar la toalla a la primera de cambio, sino tener paciencia, saber comunicarse y entenderse y aceptar opiniones distintas aunque no las compartamos. Todo esto, por supuesto, siempre desde el respeto.
Amar puede ser lo que siento por mi hija, por mi pareja, o también por mi gato, que siendo animal, es el que mejor sabe cómo funciona eso de dar amor incondicional. A un animal doméstico, aunque se te olvide ponerle agua o comida, aunque te vayas de viaje y le dejes sólo o con otra persona durante unos días, jamás se le ocurriría pedir la separación por esas cosas. Te espera con impaciencia, posiblemente te mire de reojo unos días pero jamás dejará de amarte por ello. Deberíamos tomarnos un gran ejemplo de ellos.
No mezclemos en el amor sentimientos como rencor, y mucho menos odio, porque no tienen nada que buscar en un lugar en el que reina el amor.
A los que hemos sufrido ya lo indecible con esto del dichoso amor, que no se nos olvide que NO todos los hombres son iguales ni todas las mujeres son iguales. Cada persona que entra nueva en nuestra vida es una persona distinta a lo anterior, y por lo tanto, aunque sea muy difícil, debemos intentar no pagar con ella lo que hemos sufrido antes con otras personas. Y si no lo conseguimos, estar dispuestos a hablar y pedir ayuda. Por la misma regla de tres, si la otra persona realmente nos quiere, ama, o como queráis expresarlo, tendrá la paciencia suficiente como para estar a nuestro lado y ayudarnos a superar nuestros problemas al respecto.
Así debería funcionar si el mundo consistiera sólo en amor.
El problema en todo esto es que hay muchas personas que van ya con las malas intenciones por delante. Y para protegernos de ellas, solemos escondernos detrás de una fachada y dar una imagen de quien en realidad ni siquiera somos. Es un círculo vicioso, porque si das con una de esas personas especialistas en destrozar vidas, vas a caer igualmente en sus brazos, y acabarás igualmente destrozado si no te das cuenta y confías demasiado en ella. Y si lo que tienes delante es una persona con las mejores intenciones, puedes acabar perdiéndola por no ser sincero contigo mismo, y por lo tanto, tampoco con ella.
Eso da pie a esos momentos en los que decidimos que por mucho que sintamos preferimos pasar de todo y salir corriendo, haciéndonos daño a nosotros mismos. Dar de lado a una persona que en realidad creemos que es lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo no sólo es duro, en mi opinión es la tontería más grande que podemos cometer. Porque por miedo de que nos hagan daño, podemos perder lo mejor que nos ha pasado en nuestra vida.
Eso sí, siempre es importante que esa cosa llamada amor jamás nos quite la objetividad de ver si algo puede merecer la pena o no. Dentro de lo lanzados que podamos y debamos ser a causa de los trastornos sentimentales de nuestro corazón, debemos intentar siempre ser realistas. Está claro que esto no siempre funciona, pero si tu instinto te da señales de que has de ser cauto, házle caso. Porque como me gusta a mi decir: No siempre lo que vemos es lo que realmente hay, pero tampoco siempre lo que hay es lo que vemos.
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Me quedo con lo de "Amar es dar libertad", es dar sin pedir nada a cambio. Igualmente me quedo con todos los ejemplos que has dado "a posteriori". Excelentes reflexiones, emBrû :o)
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