viernes, 18 de mayo de 2007

Vivir y dejar vivir II

entrega


Vivir y dejar vivir...

Si hay una cosa que no he soportado nunca en las personas es que vayan dando pena por la vida. Por desgracia hay más de ellas en este mundo de las que pensamos, aunque a veces nos cueste darnos cuenta de que realmente son así y ninguna excusa que puedan poner a la larga justifica su forma de actuar.
No hacerse responsable a uno mismo de los errores que comete en esta vida, e intentar buscar la culpa siempre en los demás es una actitud de lo más lamentable.
Pero no sólo eso, es una actitud que a la larga incluso es perjudicial para los que te rodean.
Y ya no es solamente el hecho de intentar quedar siempre como el bueno de la historia, sino el del simple hecho de que actuar así de forma prolongada queda al borde del maltrato psicológico hacia los demás.
Puede ser normal en mayor o menor grado que nos cueste admitir nuestros errores o incluso pedir perdón por ellos, pero cuando uno en lugar de aprender de sus errores cae siempre en los mismos y piensa que lo arregla pidiendo siempre perdón, debería entender que a la larga eso no sirve, sobre todo si hace daño con su actitud.

Y si para colmo luego intenta darle la vuelta a los hechos para hacer sentir culpable a la otra parte implicada en lugar de admitir su mala actitud, ya no hay más que hablar.
Y ya no hablo de apoyos materiales, ni superficiales. Hablo de ser persona. Ser como uno es y respetar como es el otro. Cosa que nunca ha sido el caso. Ofrecer cariño desinteresado. Hablo de sentimientos puros y limpios hacia la otra persona. Y no de querer ser siempre el centro de atención, la pobre persona incomprendida a la que nadie quiere ni entiende y que necesita cariño pero no necesita darlo. El cariño verdadero es desinteresado, pero al mismo tiempo ha de ser entregado.
No sé vosotros... pero yo tengo la gran suerte de contar con buenos amigos, y los que me conoceis lo sabeis. Por lo tanto aún soy libre de poder elegir quién quiero que esté en mi vida. Y los que me conoceis también sabeis que no suelo cerrar puertas a la amistad, pero cuando se trata de una persona que me perjudica llega un momento en el que pierdo la paciencia, aunque para algunos eso sea ser "radical". No creo que intentar que se me respete como persona y exigir que se deje de intentar pisarme sea de ser radical.

La prueba está en mirar hacia nuestro alrededor, y ver quién está rodeado de gente buena, y quién está sólo.

Y como digo yo siempre...

Los mejores amigos no son los que están siempre,
sino los que están cuando hacen falta.

Y quien no está nunca... simplemente sobra.

Para C.

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