jueves, 28 de junio de 2007

Atrapada II


Dicen que todo lo malo viene siempre junto. Y también todo lo bueno.
La verdad es que pienso que todo podría estar un poco mejor repartido, vamos, ni tanto ni tan poco.
Y aunque también se diga que no hay mal que mil años dure, a veces puede resultar dificil de creer.
Cuando te das cuenta de que tu pasado ha sido una lucha eterna por algo que vas a perder en un abrir y cerrar de ojos no puedes hacer más que preguntarte qué es lo que has hecho mal, y si por mucho que busques una solución no la encuentras, sientes impotencia; impotencia de no saber por dónde tirar, de haber fracasado, de no ser capaz de dar a tu hija todo lo que merece.
Y es que no es lo mismo estar sola en este mundo que tener responsabilidades, responsabilidades que gratifican en muchos momentos, pero que también pesan a la hora de tomar decisiones. Porque cuando una tiene hijos, en lo primero que piensa cuando las cosas no van bien es en cómo poder darle lo mejor a ellos, independientemente de que una esté años sin comprarse ropa, sin ir a la peluquería y sin gastar en caprichos tontos. Lo importante es que ella coma, tenga ropa bonita y vaya guapa. Lo importante es ver su carita de orgullo cuando le pones un vestido nuevo y te pregunta "Mami ¿a que estoy guapa?"
Hace tiempo que si no fuera por ella, me habría ido, lejos... a cualquier parte, a olvidarme de todo y empezar de nuevo. Pero lo hice aquí, porque mis valores siempre han estado antes que cualquier cosa, incluso de mi propia felicidad.
Pero llega un punto en el que te cansas de luchar por y para nada, que te das cuenta que nada de lo que hagas es suficiente, y llegas al punto en el que necesitas un cambio de aires.
Mirandolo bien, la felicidad de mi hija no depende de nadie más que de mi, y en ese caso, si yo soy feliz, ella también lo será. ¿Porqué entonces inventar mil excusas para seguir con una vida que realmente no me satisface?
¿Porqué no empezar de nuevo, rodeada de personas nuevas, en un lugar nuevo?
Está claro que hay que buscar una solución... que quizás la tenga delante de las narices y no la vea... o que quizás precisamente sea la que tuve en cuenta desde que me separé, pero nunca tuve valor de afrontar...
Sea como sea, la encontraré. Saldré adelante de nuevo. Sola, o con ayuda.
Pero lo que tengo claro es que sea como sea, todo esto indica que está a punto de finalizar una etapa de mi vida para que pueda tener lugar de una vez por todas un NUEVO COMIENZO.

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