domingo, 20 de mayo de 2018

Demonios



Ya está. Se acabó. Algo que ni siquiera ha tenido tiempo de comenzar se ha ido río abajo. Así, sin más. Por tus miedos. Y por los míos. Por tu incomunicación. Y por mi rabia e impotencia.

A ti, porque te hicieron polvo y de un plumazo te has dado cuenta que por lo que te jodió esa persona después de tanto tiempo ya no eres capaz de confiar en nadie. 

Y a mi, porque me han jodido tantas veces, que al final he reventado porque una parte de mi seguía diciéndome que eras una persona maravillosa que merecía la pena, mientras la otra me susurraba al oído que no eras más que otro encantador de serpientes de los que van haciendo daño gratuito a la gente.

Mierda. Ninguno de los dos nos merecemos esto. Y aún así, aquí estamos, jodidos, cada uno por lo suyo, y lo peor de todo, nos hemos hecho daño el uno al otro por cosas que ni siquiera tienen que ver con nosotros mismos, sino con cosas que terceros nos han hecho.

No era mi intención machacarte. Igual que la tuya no fue ilusionarme en vano. Pero entiende que a veces hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos o nos damos cuenta de que han sido excesivas o han estado fuera de lugar, pero ya es tarde para poder arreglarlo o pedir disculpas. Nos ha pasado a los dos. La vida ha hecho que antes de poder encontrarlos acabemos enfadados y sin hablarnos, cuando en realidad podríamos haber sido grandes amigos y un buen equipo en esta vida.

Ojalá todo fuera tan fácil como cuando eres jóven y no tienes aún huellas de todo lo que te ha hecho daño y te ha hecho cambiar en esta vida. Pero no lo es.

Ahora estamos cansados de todo, desengañados y con miedo de que se repitan situaciones que ya hemos vivido anteriormente. Y lo peor de todo, defraudados del otro, enfadados y pensando que nos odiamos mutuamente cuando posiblemente ni siquiera sea así.

Yo, desde luego, no te odio. Todo lo contrario. Me sigue pudiendo la impotencia de no haberte podido ayudar con tus miedos. Me sigue jodiendo que una sola persona te haya podido hacer tantísimo daño que ahora vayas perdido y no sepas qué es lo que quieres, o peor aún, sabiendo lo que necesitas en tu vida no puedas luchar por ello porque no eres capaz de confiar. Y también me jode haberte castigado, echándote en cara lo que ha pasado, cuando en realidad sé que no lo has hecho a propósito, aunque mis demonios me quieran convencer de lo contrario. 

Sí, dichosos demonios. Los míos y los tuyos. Aquellos que hicieron que todo fuera tan endiabladamente mal. Y lo siento. Lo siento por mi parte, por lo que haya hecho mal, igual que sé que tú sientes lo que tú has podido hacer mal. Aunque en realidad los dos nos hemos dejado llevar por nuestros miedos e impotencias, una cosa no quita la otra. 

Y te deseo lo mejor, pelirrojo. Aunque no te lo creas. Espero que seas capaz de superar tus miedos algún día y empezar de nuevo. Yo, sinceramente, no creo que vuelva a rehacer mi vida. Estoy demasiado cansada y antes de conocerte estaba bien, centrada en lo que importa, feliz, aún sin tener a nadie a mi lado. Ya te lo dije y no era broma... acabaré vieja rodeada de gatos, y tan feliz. Ese debe ser mi destino en esta vida, porque tengo comprobado que los hombres no son lo mío.

Es lo que hay. Confío y espero que nos volvamos a cruzar en otra vida. En una en la que quizás ambos estemos más preparados para ser al menos amigos. Porque las almas puras se acaban reencontrando antes o después. Si es así te daré un gran abrazo. Y si no... te deseo lo mejor ahora y siempre. Sé feliz. Y recuerda que aunque al final haya estallado y dicho cosas que en realidad no pensaba de ti, hubo un momento precioso entre nosotros que no olvidaré.





No hay comentarios:

Publicar un comentario