viernes, 22 de mayo de 2020

Cerrando capítulo




A veces en la vida, toca cerrar capítulos, aunque nos duela, aunque en realidad no queramos hacerlo, aunque nos queramos convencer de que no es así como tiene que acabar todo, después de lo bien que empezó.

Y es lo que me obligo a hacer aquí y ahora, con una persona, que aunque va disfrazada de buena persona, tiene un punto elevado de victimismo, con actitudes que dañan a los demás, culpándoles después a ellos de hacerle sentir que no vale nada, aunque en realidad sea lo que esa persona piense de sí misma sin darse cuenta.


Antes que nada, decirle, que tiene un problema bastante más grande el que no busca ayuda para su enorme inestabilidad emocional porque piensa tenerla controlada, que el que sí la busca y la acepta, como al menos hago yo.


Tiene un problema muy grande, el que constantemente repite frases como "ya sé que valgo poco" o "a pesar de no valer mucho", porque deja muy claro, que el que no se valora ni se quiere, es él mismo, aunque haya mil personas que le digan que le aprecian, que vale mucho, y que les importa.


Que una persona así me diga, que a pesar de decirle que me importaba, solo me importo a mí misma, me puede doler de forma pasajera, porque no ha entendido nada de lo que he intentado decirle, ni hacer por ella. Pero desde luego no, porque me crea lo que está diciendo. Porque al contrario que esa persona, yo tengo amigos, pocos y buenos, de esos que son incondicionales y están cuando hace falta, que saben cómo soy y me quieren y aprecian precisamente por ser así, y a quien no me conozca, pues sólo necesita pararse a leer mi blog, y se dará cuenta muy pronto de cómo soy, cómo pienso y cómo siento.


Y ahora, voy a pasar a hablarte de tú, porque sé que me lees y quiero que te des por aludido personalmente, aunque después de tu comportamiento ya me has dejado muy claro que eres un de esas personas que solo maneja a las demás a su antojo, como pasatiempos, ajeno a cualquier sentimiento que puedan tener, porque precisamente tú sí que te importas sólo a ti mismo y no te importa lo más mínimo el daño que puedas ir haciéndoles a los demás ni lo que puedan llegar a sufrir por tu más absoluta indiferencia. - Rectifícame si me equivoco en esto y tienes una explicación mejor para tu actitud. -


Después de una supuesta relación de  ocho años, en la que supuestamente se te anulaba por completo, y una vida en la que supuestamente solo has tenido "novias", con las que no tenías nada en común, diciendo que lo ideal no es eso sino una "amiga-novia" con la que compartir cosas (un planteamiento más que acojonante para un tío de más de 40 años), te apuntas a las redes y no tienes otra cosa que hacer, que hacer una amistad (perfecto), ilusionarte con ella (perfecto también aunque seas tan cobarde que lo niegues), luego salir corriendo, decir que ella (o sea, yo) se ha montado sola la película, y culparla de que te estaba exigiendo algo y te ha metido en nosequé situación (no recuerdo las palabras exctas, ya que además te encargaste de eliminar la conversación completa), cuando eso en ningún momento ha sido el caso. 


Y cuando te pedí explicaciones sobre eso último, que no era más que una mentira enorme, producto de una de tus enormes rayadas, que tenías con bastante frecuencia, no se te ocurrió otra cosa que bloquearme en todas las redes existentes e inexistentes, sin darme una explicación de lo que se supone que había hecho, culpándome encima de acoso por escribirte, pidiéndote explicaciones de qué demonios había pasado, a los pocos sitios en los que no me habías bloqueado.


Lo normal hubiera sido que me hubieras dicho lo que te estaba molestando, teniendo en cuenta que yo, claramente, al ni siquiera estar actuando como tú estabas percibiendo, no me estaba dando cuenta de lo que estaba ocurriendo. Se hubiera hablado y solucionado en un momento. Pero no. Comunicación 0. La empatía directamente brilló por su ausencia.


Dejame decirte que tu comportamiento clama al cielo como la mayor de las cobardías y falta de calidad humana.


Vamos por partes.


Desde un principio, convencida de que eras buena persona, insistí en que valías mucho y que eras una gran persona. Eso de que te sentías ninguneado, como una mierda o como que no valías nada, es algo que llevas muy metido en tu cabecita, y no puedes responsabilizar a nadie por como tú te sientas cuando en todo momento se te está tratando con educación y respeto.


Yo de ti, empezaría a preguntarme por la causa de ese enorme problema de autoestima que dices no tener pero es más que obvio que SÍ tienes.


Pero no lo pagues con personas, cuyo único pecado fue cogerte cariño e intentar subirte el ánimo y ofrecerte su más sincera amistad.  Si sientes necesidad de pagarlo con personas inocentes, existe algo que ayuda mucho y se llama psicoterapia.


TODO lo que te dije, lo que compartí contigo, de lo que pensaba, de mi blog, mis artículos, iba únicamente dirigido a que te dieras cuenta a que existían otro tipo de relaciones de las que tú supuestamente habías tenido en tu vida.


De que el amor no es una jaula, sino libertad. De que hay mil formas de amar, desde al amor entre amigos, hasta el amor entre personas que se aman y cuyo destino ni siquiera es estar juntos. De que el amor no siempre tiene que ser romántico.


Y sobre todo, de que las relaciones, del tipo que sean, siempre son lo que dos personas quieren que sean. Y que sería un tema interesante para hablar en persona durante esa cita que supuestamente teníamos pendiente, y sobre todo para que lo pensaras antes de decidir que querias descartar una relación, después de lo que ya nos había unido. Eso fue todo lo que te dije. ¿Donde ves tú ahí alguna exigencia?


Lo único que te pedí fue que no vinieras a la cita con la armadura puesta. Porque si llegaste a sentir algo ya sin verme, te preguntaba, qué ibas a hacer, si te apetecía besarme si me veías en persona. ¿Eso es exigir? 


No hijo, no. En todo esto, la única persona realista y justa fui yo en todo momento. Tú te sentiste presionado, pero no porque yo te obligara a nada, ni siquiera porque te exigiera nada. Te di que pensar, sí. Porque tú sabes tan bien como yo, que hubo un momento, en el que hubo sentimientos e ilusión por AMBAS partes. Pero en ningún momento te exigí nada, porque también teníamos ambos muy claro que necesitabas tiempo, y que yo tampoco estaba en mi mejor momento.


Porque sigues viviendo prisionero de los fantasmas de tu pasado, que me parece muy bien, porque cada uno necesita su tiempo para superarlos. Lo que jamás hubiera pensado es que esos fantadmas serían capaces de convertirte de un momento a otro de Dr. Jeckyll a Mr Hyde.


Lo que no me parece bien fue tu actitud inmadura e infantil, que me juzgaras sin motivo alguno con tanta frialdad y crueldad, me acusaras de cosas que no eran ciertas, y prefieras perder una amistad tan bonita como la que teníamos, portándote peor que un quinceañero, en lugar de pedirme un tiempo para centrarte y seguir hablando un tiempo después, como la persona adulta que eres. En algún momento se te fue toda lógica por el retrete y ya no hubo forma de dialogar ni razonar contigo. Incluso te dije que quería hablar en serio contigo porque empezastes a desvariar de mala manera y tu respuesta fue que podía intentarlo, pero que no garantizabas dar respuestas coherentes. Muy maduro por tu parte.


Que yo te insulté y te mandé a la mierda, sí. Pero eso ya fue después de tres días de tener tú los cables cruzados y tratarme como si fuera una persona incapaz de sociabilizar con otras personas, hablándome con falta de respeto, ironías fueras de lugar, de forma hipócrita y cretina. Que te lo dije bien claro repetidas veces. Me daba la sensación de que estabas intentando sacarme de repente de tu vida y no sabía qué demonios estaba pasando, ni porqué de un momento a otro pasaste a tratarme así. No estaba entendiendo absolutamente nada de lo que te estaba pasando. Ni me diste la oportunidad de hacerlo.


Incluso llegué a enseñarle las conversaciones a mí compañera de piso y me dijo que no sabía ni cómo seguía hablando contigo. Pero yo me aferraba a lo bueno que había en ti. Porque lo había visto y disfrutado, y sigo creyendo que está por ahí, en algún lado. Y estuvo todo el tiempo hasta que apareció ese monstruo lleno de fantasmas del pasado que destruyó todo sin mirar atrás.


Te importó más tu ego que cualquier otra cosa, y ese fue el momento en el que al final yo ya me puse en mi sitio y te dije de todo para sacarme de mi vida porque me estabas haciendo un daño enorme del que ni siquiera eras consciente. O quizá sí, y simplemente no te importaba. Y no, no te lo digo para que te sientas culpable. Es que ya no sé que pensar de todo lo que ha pasado, de tu actitud, de tus cambios de humor, tus altibajos, y lo peor de todo, tu forma de culparme y tu total y absoluta indiferencia ante mi necesidad de entender las cosas.


Te lo he dicho muchas veces. En esta vida no se trata de culpar a los demás de nada. Se trata de que cada uno se responsabilice de sus propios actos y aprenda de sus errores. Algunos lo hacemos, otros no.


Yo he pedido disculpas hasta la saciedad por la parte que me tocaba, y por la que no, también. No lo he hecho por ti, sino para estar en paz conmigo misma. Igual que te perdono todo el daño que me hayas podido hacer, no porque te lo merezcas, que hoy por hoy no lo sé, sino porque me lo merezco yo y se lo merece mi paz mental.


Lo que más gracia me hizo fue tu frase de que no deseas que me ponga en contacto contigo como mínimo en dos meses. Fue la frase del año. Estoy por imprimirla y enmarcarla para animarme un poco cuando tenga un mal día.


Esa frase es tan tú. Es tu forma de lidiar con tus emociones. Ya te lo pregunté una vez, dime cómo lo haces. Dónde tienes ese interruptor que usas para encender y apagar tus sentimientos, que yo también quiero uno de esos para que no me puedan dañar más.


Pero yo no soy quien para juzgarte. Ya tienes tú bastante con lo tuyo. Y será el tiempo el que lo ponga todo en su lugar.


Mientras tanto, sé feliz. Nunca te desée lo contrario, aunque, al parecer, estuvieras convencido de que planeaba una conspiración en contra tuya.


Y aún después de todo lo que ha pasado, si en algún momento necesitas a una amiga, con mayúsculas, con todas las letras del significado de la amistad, sin necesidad de reírte de nadie, creerte superior, hacerte el soberbio, el gilipollas o el cretino, ya sabes dónde estoy. (Y sabes que hablo de tus rayadas, porque por lo demás eres un encanto. Pero que tengas muy claro, que aunque todos los amigos tengan desavenencias en algún momento, eso no significa que tenga que tolerar faltas de respeto, pagando los platos rotos de nadie más.)


Aunque dudo que me vuelvas a hablar.

Aunque puede que sea lo mejor para ambos.

PD: 

Disculpa si te hablo desde el dolor en este post. Es difícil no hacerlo cuando has intentado ser amiga de alguien que ha acabado injustamente acusándote de tantas cosas y no se ha molestado ni siquiera en aclarar lo ocurrido. Cuando le coges cariño a alguien, que te traten con tanta indiferencia duele, y mucho. Pero no te preocupes, algún día dejará de doler. Y solo recordaré los momentos bonitos con mucho cariño, aunque también con algo de desazón por como acabó todo.

Ya ves, pequeño dragón. 🐉

Al final va a ser que no había hilo rojo de la amistad entre nosotros...










No hay comentarios:

Publicar un comentario