Muchos me consideran una persona fuerte, luchadora y segura de si misma. Y quizá lleven razón, aunque yo no me vea así. Incluso la persona más luchadora puede tener momentos en los que se cansa de todo y se siente vulnerable y sin fuerzas. A veces soy como una niña, que se siente cansada de llorar y necesita un abrazo o una palabra alentadora. Que necesita a alguien que la escuche, aunque la otra persona no diga nada. A veces, los silencios ayudan más que cualquier palabra. Y a veces, esas personas que saben escuchar sin mediar palabra, aunque parezca mentira, son las que nos abren los ojos ante nuestra realidad, aunque quizá ni siquiera se den cuenta del pilar que han sido en los momentos cruciales de nuestras vidas.
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