Un día llegué a casa y me encontré la confianza que había depositado en
tí en el cubo de la basura. Tuve suerte de que la mujer de la limpieza
aún no hubiera pasado. Recogí los trozos uno a uno de lo que debía haber
sido el fundamento de nuestra relación. Aún estoy recomponiendo el
puzzle de mis sentimientos. Que lo sientes, dices. Que te perdone. Pero
no te importó en aquel momento si destrozabas mi corazón.
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