miércoles, 15 de noviembre de 2006

Vaso medio lleno... ¿o medio vacío?

Hablando de inspiración, hoy parece que se haya concentrado en mi, después de brillar por su ausencia (o como menciono en el post anterior, después de brillar yo por mi propia ignorancia hacia la misma) por tanto tiempo.
Hoy quiero hablaros de los cuentos de hadas. A todos nos gustan porque siempre tienen final feliz. A todos, de pequeños, nos contaban historias de superhéroes y de princesas desdichadas cuya vida cambiaba por un hada madrina y acababan siendo felices y comían perdices. Siendo así ¿cómo no vamos a seguir soñando despiertos de mayores esperando ese amor perfecto, esa oportunidad única en el trabajo, o incluso que nos toque la lotería de salir de nuestras (a veces un tanto patéticas y tristes) vidas?
Lo malo es que en la vida real, eso no suele ocurrir. ¿Verdad? Así que despertemos. No va a venir nadie a sacarnos las castañas del fuego. No vamos a encontrar la felicidad absoluta (entre otras cosas, porque no existe). La felicidad no consiste en que alguien de repente haga acto de presencia con sus poderes mágicos y te solucione la vida.
Más bien creo que consiste en dejarse los dientes luchando, en apreciar lo que poco a poco vamos consiguiendo con el sudor de nuestra propia frente, y sobre todo, en conformarse con lo que uno tiene.
¿Os habéis dado cuenta que, tengamos lo que tengamos, siempre estamos insatisfechos? Y es que el ser humano es único. ¿Cuantos de nosotros tenemos comida, techo, trabajo y amor, y aun así nos quejamos de lo mal que nos va? ¿En alguno de esos momentos pensamos en las personas que están peor que nosotros? Noooooooo, solamente en las que están mejor… que si a fulanito le ha tocado la lotería, y fijate el tío que se ha ligado menganita que la ha sacado de pobre.
Y digo yo, qué orgullo podemos mostrar de las cosas que nos caen del cielo y cuánto tiempo suelen durar? Yo creo que sí puedo mostrarme orgullosa de todo lo que me he currado yo misma, por lo que he luchado hasta conseguirlo, lo que tanto he deseado y al final conseguí pero nadie me regaló. Nos fijamos demasiado en la vida de los demás y empleamos demasiado poco tiempo en analizar nuestras propias vidas. En lugar de conformarnos con lo que tenemos y darnos cuenta que muchas personas nos envidiarían por lo que tenemos, solamente vemos lo que nos falta.
Si tenemos hijos, en lugar de ver lo que podemos aprender de ellos nos quejamos el tiempo que nos quitan, el trabajo que nos dan y las malas notas que nos traen. Pero ¿cuántos padres se paran en compartir realmente tiempo con sus hijos y ayudarles a crecer en lugar de simplemente juzgarlos porque no son como ellos quieren que sean?
Si tenemos pareja siempre le diremos lo que nos molesta… pero ¿cuántas veces los elogiamos cuando hacen algo bien en lugar de darlo por hecho?
Si tenemos trabajo ¿cuantos de nosotros nos pasamos el día quejándonos lo agobiados que estamos y lo mal que estamos? En lugar de darnos cuenta muchas personas no tienen la suerte de tener trabajo alguno. O que se pasan horas de pie haciendo trabajos manuales, mientras nosotros estamos en un lugar seco sin hacer esfuerzos físicos (por muchos esfuerzos psícicos que hagamos, pero nuestro cuerpo está sentadito mientras tanto). ¿Y porqué, si es tan malo el trabajo en cuestión, muchos se quejan y se quejan, pero siguen años en el mismo puesto sin hacer nada por mejorar? ¿Será que no es tan malo?
Si tenemos amigos sólo sabemos quejarnos el tiempo que están sin llamarnos, en lugar de ser capaces de perder ese ORGULLO tan característico del ser humano, y coger nosotros primero el teléfono.
Y es que en todo lo que hacemos, en todo lo que somos y en todo lo que vivimos, SIEMPRE hay una parte buena.
Lo difícil es darnos cuenta de ello y asimilar que en realidad hay muchas cosas que nos pueden hacer felices mientras perdemos el tiempo quejándonos de lo mal que nos va. Como todo en esta vida, es cuestión de ACTITUD, y para empezar a tener la actitud correcta es imprescindible la VOLUNTAD.
Y ahora que ya he acabado de daros el sermón quizá os apetece miraros al espejo y preguntaros porqué os sentís tan frustrados si en realidad la mayoría de vosotros tiene (casi) todo lo que una persona en condiciones normales pueda pedir.
Yo, particularmente, he encontrado mi particular cuento de hadas. Tengo mi hada preciosa que todas las noches me da un beso, un abrazo y me dice que me quiere. Y repite el ritual todas las mañanas.
Tengo a mi madre que dio luz a mi vida, y a la que, por mucho que por momentos no la soporte (como la mayoría de los hijos no soportan a sus padres), quiero un montón. La falta de mi padre a temprana edad me hizo comprender a la fuerza que esas cosas mejor se dicen antes de que sea tarde.
Tengo a mi chico, que aunque sea a veces de efecto retardado y un pelín desastre, lleva dentro de sí todo el amor del mundo y desborda buena voluntad.
Tengo a mis amigos, que aunque no me llaman todos los días, están ahí cuando los necesito.
Tengo un trabajo en el que me muero de aburrimiento, pero gracias al cual puedo llegar a fin de mes, pagar las letras y darle de comer a mi hija.
Tengo a mi ex, que a pesar de todo, es importante de mi vida, porque sin él jamás hubiera podido tener a mi princesa.
Tengo a personas en mi vida que logran despertar en mi sentimientos con los que jamás hubiera soñado.
Incluso tengo a personas con las que no me llevo bien, pero gracias a las cuales sé muy bien como jamás quiero llegar a ser.
Y tú…


¿YA TE HAS DADO CUENTA TODO LO QUE TIENES EN TU VIDA?

Bendita escritura

Maldita inspiración que nunca llega cuando uno la necesita. O quizá algunos estemos tan ciegos que no oigamos la llamada de la misma, que latente grita por salir en palabras fluidas sobre papel mientras ignoramos su existencia absortos por nuestros problemas diarios.
Siempre hay algo mejor que hacer, algo más urgente, algo más importante…
Quizá más de uno de nosotros debería replantearse sus prioridades y reorganizar su vida.
En mi caso, me pregunto ¿es escribir elemental para el curso de mi vida? A primera vista diría que no. Obviamente es mucho más importante el tiempo que paso con mi hija, con mis amigos, con mi pareja, en general con toda esa gente que me aprecia y me quiere. También es más importante (aunque más aburrido), por supuesto, mi trabajo. Y tener en orden la casa, y no olvidar las citas con el médico, y por supuesto, encontrar algún momento para descansar y relajarme.
Es en ese punto en el que me vuelvo a preguntar qué importancia tiene la escritura en mi vida, y aunque a primera vista parece tan poca cosa que no merezca la pena dedicarle tiempo alguno, de repente, me doy cuenta que me relaja. Que me llena. Que me desahoga plasmar mis sentimientos, para deleitaros (o aburriros) con su lectura. Y llego, con distinto punto de vista, a una nueva conclusión.
Escribir me da vida, me quita las tensiones. Me da un nuevo punto de vista, con el que precisamente en la mayoría de los momentos puedo aportar algo mucho mejor a esas personas queridas que menciono anteriormente de lo que haría sin haberme desahogado antes vertiendo un montón de tinta sobre el papel en forma de letras.
Quizá deberíamos mirar más dentro de nosotros antes de mirar a los demás. A mi, personalmente, tomarme un respiro y mirar dentro de mi me hace ver a veces que yo también soy humana y cometo errores y que por lo tanto, tampoco los demás han de ser perfectos.
Y formo un firme propósito de coger papel y lápiz (aunque en nuestros días estaría mejor hablar de PC y conexión a Internet) para dejar fluir mi imaginación antes de plantarle cara a esos múltiples enfados tontos que nos invaden a veces por tantas y tantas cosas sin importancia … ¿te apuntas?