sábado, 27 de julio de 2013
Capítulos
A veces nuestras heridas hacen que intentemos echar de nuestras vidas a quien menos se lo merece. Inconscientemente se activan todas las alarmas y actuamos de una forma totalmente incoherente, contrario a lo que nuestro corazón nos dice, al son de lo que nos dice nuestra cabeza. Nos sentimos atacados y contraatacamos, haciendo daño a alguien que en realidad no es la persona a la que nos gustaría hacer daño.
Se abren nuestras heridas y hacemos pagar a justos por pecadores, o peor aún, atacamos para sacar a esas personas tan importantes de nuestras vidas porque de repente nos damos cuenta de que confiar tanto en alguien puede ser peligroso, ya que esa persona se convierte en alguien que te puede hacer mucho daño y no estamos dispuestos a volver a pasarlo mal. Cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho, solemos dejarlo correr en lugar de intentar arreglarlo, por falso orgullo, o quizá por la incertidumbre de si la decisión que ha tomado nuestra cabeza por nosotros sin preguntar al corazón ha sido la más adecuada o no.
De esta forma, elevamos muros para protegernos, pero no nos damos cuenta de que al mismo tiempo alejamos a aquellas personas que realmente nos quieren y se preocupan por nosotros.
La vida nos convierte en un manojo de heridas e inseguridades que en ocasiones no nos permiten ser nosotros mismos.
A veces es difícil cerrar puertas antiguas para dejar fuera los fantasmas del pasado y poder mirar tranquilamente hacia el futuro. Por eso es importante poder curar las viejas heridas. Distanciarse de quien las haya producido y tomarnos un tiempo para nosotros mismos. Permitirnos ver las cosas desde otra perspectiva.
Para así, por fin poder cerrar el capitulo anterior y centrarnos en el presente, que al fin y al cabo, es el que permite escribir el próximo capítulo de nuestras vidas.
A veces, es justamente este proceso el que nos demuestra quienes son en realidad las personas que merecen seguir a tu lado acompañándote hacia el camino del futuro, y quienes se han de quedar en el capítulo al que hemos decidido poner punto final.
A veces, se producen puntos y apartes. El tiempo justo para que podamos darnos cuenta de que una persona sigue siendo importante para nosotros y aunque nos haya hecho daño o le hayamos podido hacer daño por los motivos descritos anteriormente, en realidad la queremos en nuestras vidas.
En ese caso, dejemos a un lado ese falso orgullo que a veces nos hace perder amigos. Dejemos a un lado rencores y venganzas. Cerremos el capítulo por completo y comencemos de nuevo. Y acompañemos el nuevo capítulo única- y exclusivamente con cariño y amor.
De esta forma, cada capítulo que escribamos de nuestra vida será indudablemente mejor que el anterior.
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