Lo siento, tuve que matarte. Fue en defensa propia. Prefiero que vivas en mi recuerdo a seguir con tus idas y venidas, tus altibajos y acabar perdiéndome yo igual que tú estás perdido.
Lo que necesito es encontrarme, y sé que estoy en el camino correcto.
Por lo tanto, tuve que clavarme una daga en el corazón para acabar con el dolor que me provocan tus arrebatos sinsentido y con una relación apasionada, sí, pero que no conduce a nada.
Descansa en paz. Te tendré por siempre en mi recuerdo.
CAG 04.02.2017
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