lunes, 8 de diciembre de 2014

Me llora el alma





Ya no me quedan lágrimas para llorar por ti. Debí quedarme seca de dolor la última vez que lloré por alguien. Pero eso no significa que no esté decepcionada y dolida. Puede que no me veas llorar por los ojos, pero me llora el alma.
No hay peor cobardía que la de alguien que demuestra mucho y no dice nada, de alguien que a la hora de decir se echa atrás y desaparece. No hay mayor desprecio que decir algo en un momento que no toca y dejar más dudas que respuestas. 
No querías que me escapara... y me lo has puesto fácil, provocándome para que fuera yo la que acabe huyendo. Quizá mi cobardía sea peor aún que la tuya. Pero ya te dije que estoy cansada de que me hagan daño, y la mejor y única forma que veo de no sufrir más de lo necesario, es justamente desapareciendo de tu vida.
Fue bonito, muy bonito. Y es una lástima que ninguno de los dos tenga el valor de luchar por lo que nos unió. Si nuestros caminos están destinados a permanecer juntos, el tiempo hará que volvamos a cruzarnos.
Mientras tanto, te deseo un feliz camino.
Yo me quedo aquí, con las nubes en mis ojos y en mi corazón, extrañándote.
Y deseándote lo mejor.




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