No,
yo no tengo la culpa
de haberme enamorado.
Ni tú,
de conmigo haberte cruzado.
Está claro que los dos sentimos algo,
aunque la vida nos dé motivos para separarnos.
Solo arriesgando sabremos
si merece la pena querernos,
pero no pienso dejarte ir
por miedo a sufrir.
Tus sueños,
se han convertido en mis sueños.
Tus miedos,
también son los míos.
Sé que no será fácil,
pero soy consciente
de que prefiero luchar por algo bueno
que dar por todo por perdido
sin tener reales motivos.
Ojalá consigas ver con mis ojos
que esto no es solo un antojo,
y que me gustaría formar parte de tu cielo
porque realmente te quiero.
Claudia Aragón García, 19.04.2015
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