viernes, 1 de junio de 2018

Sin prisa pero sin pausa



Aquí estoy de nuevo, pelirrojo. 

Sabes que durante estos días he ganado mucha felicidad, porque en todo momento la he compartido contigo. Soy enormemente feliz con mi nietecito, que para mi es como un hijo más. He vuelto a comprobar que es muy cierto eso de que los niños son y dan vida.

Y sigo insistiendo en que tenemos mucho que aprender de la inocencia esa con la que nacen y que con los años y las malas experiencias se nos va perdiendo. Ojalá fueramos tan puros e inocentes a nuestra edad como ellos, todo amor y sin ninguna maldad. ¿Imaginas? Todo el mundo feliz, sin necesida de dañar a nadie. Qué mundo más bonito, y por desgracia, utópico.

Lo que puede que no sepas es que también soy un poquito más feliz porque decidiste que merecía la pena que no dejaramos de hablarnos después de todo. Me dices que soy la única que ha estado estos días tan difíciles para ti, y yo, en realidad, no he hecho absolutamente nada en especial, más que darte a veces los buenos días y las buenas noches, y preguntarte cómo te va.

Sí, es cierto lo que te dije. Me tocaste el alma. Y eso es algo que ocurre o no, y sobre todo, no ocurre muy frecuentemente. Por eso intento cuidar a esas pocas personas con las que me ocurre, porque mi alma nunca se equivoca cuando me dice que alguien es especial. Y tú, aunque no te des cuenta, lo eres. Al menos para mi.

Puede que no seas perfecto, igual que yo no lo soy. ¿Y quién quiere serlo? ¿Imaginas una vida en la que no tuvieramos nada que aprender? Menudo aburrimiento.

No sé lo que nos deparará el futuro, y si te soy sincera, tampoco quiero ni necesito saberlo. Simplemente me alegro de que estés ahí. De que la vida nos de la oportunidad de conocernos mejor, compartir nuestras cosas, reirnos hasta saciarnos y, por qué no, también enfadarnos el uno con el otro.

Porque así empiezan las amistades más bellas, y a veces, las historias más bonitas.

No tengo prisa, pelirrojo. Sólo quiero disfrutar de los momentnos que podamos compartir, porque si los dos los disfrutamos esos momentos se convertirán en inolvidables y es posible que nazca una complicidad que no es fácil de encontrar hoy en día. De hecho, estoy convencida que los dos tenemos facilidad para compartir esa complicidad. Ya sabes... eso del no se qué que qué se yo ¿recuerdas?

Y si no, tampoco pasa nada. Disfrutemos simplemente de tenernos. De los momentos comopartidos. De la confianza. Y de la amistad. De lo que la vida quiera darnos

Porque yo estoy cansada de cosas a medias, y tú no has sido nunca partícipe de ellas. Lo quiero todo, contigo. Todo lo que pueda nacer y todo lo que permitamos que sea. Siempre y cuando podamos hablar de todo y no nos callemos lo que pensamos o sentimos, esto puede ser lo que ambos queramos que sea.

Y aunque sólo lleguemos a ser muy buenos amigos, creo que seríamos un equipo genial y que nos lo pasaríamos muy bien juntos. 

Así que te propongo que nos dejemos sorprender, sin adelantar acontecimientos. Sin pensar en mañana y sin agobiarnos. Pensando en el presente, que es lo único cierto en esta vida, y de lo que podemos disfrutar. Día a día, poquito a poquito. Sin prisa pero sin pausa. 

Y dentro de unos meses puede que podamos reirnos de nuestra primera discusión y de lo tontos que nos ponemos los dos cuando nos enfadamos. Porque la vida no consiste solo en cosas buenas, y lo malo forma parte de cualquier cosa buena.

Confío en ello. Confío en ti. Confío en el destino.

Así que ya sabes, pelirrojo. Aquí me tienes para lo que necesites.

Gracias, por estar ahí. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario