lunes, 18 de noviembre de 2019

Días que nunca se olvidan


Esta foto es de hace unos 7 años y medio, de una de mis visitas a mi amiga Rosa de San Martín de la Vega.

En muchas ocasiones nos olvidamos de estos momentos, que pasamos con personas que nos aprecian, y de una forma u otra se convierten en inolvidables.

He pasado meses hundida, buscando el motivo para seguir viva, pensando que no tenía nada por qué luchar y convenida de estar sola.

Ahora me doy cuenta, de lo equivocada que estaba. No estoy sola. Nunca lo he estado. Aunque la limpieza que hice en mi vida de personas tóxicas ha reducido drásticamente el número de personas que me rodea, se me olvidó lo esencial: que las importantes, estén cerca o lejos, siguen a mi lado.

Son estos momentos los que nos abren los ojos, los que nos dan fuerzas para seguir luchando y ver que estar rodeada de gente no significa tener en tu vida a gente que te quiere, pero sí que la gente que te quiere te lo demuestra, estando siempre ahí, aunque durante meses no hayas hablado con ellas.

Porque siempre lo he dicho: No es más amigo el que está siempre, sino el que está cuando se le necesita. Y aunque incluso eso no siempre nos es posible, sabemos que estamos con la otra persona en pensamientos, que el dolor de esas personas es nuestro dolor, y sus alegrías son nuestras también.

Por esos momentos, es por los que merece la pena vivir. Por los momentos de afecto y cariño, vividos juntos, o en distancia. Por saber que en cualquier momento puedes coger el teléfono y hablar con esas personas como si las vieras todos los días, aunque haga meses que no hayas hablado con ellas. Incluso que en cualquier momento puedes volver a quedar con alguien que no has visto desde una eternidad, y pasar un buen rato con esa persona, como si el tiempo no hubiera pasado... Como me pasó hace unos años con una de mis mejores amigas de la infancia que reencontré gracias a Facebook.

La vida son momentos, y son esos momentos los que debemos disfrutar y guardar en nuestra memoria, porque todo es pasajero y lo que nos quedará son justamente los instantes que tanto hemos disfrutado en buena compañía.





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