Reflexión en voz alta.

A pesar que de todo lo que escribo en mis posts está escrito de corazón y con todo el sentimiento del mundo, llega un momento en el que una se plantea porqué siempre ha de ser la buena, preocupándose por todo y por todos cuando en realidad vivimos en un mundo en el que cada uno va a la suya y por mucho que te diga la gente el afecto que te tiene, esas palabras deberían entrar por un oído y salir por el otro si no se acompaña por hechos.
Estoy un poco harta ya de tiranos que se piensan mejor que los demás, de esa gente que se piensa que es indispensable y te trata como les da la gana porque se creen que una no puede vivir sin ella... en todos los aspectos.
Quién le da derecho a una persona de levantarte la voz por muy "superior" a ti que sea, pues una cosa es la superioridad o el rango que pueda haber en el puesto de trabajo, y otra cosa muy distinta es que esos rangos den pie a constantes faltas de respeto y humillaciones delante de los demás.
No señores, no. No nos equivoquemos. Aquí todos estamos cortados por un mismo patrón, todos somos seres humanos de carne y hueso. Y si hay algo que nos diferencia, gracias a Dios (o a quién sea), es precisamente que algunos tenemos las narices de no dejarnos tratar como felpudos por quienes se creen superiores.
Ya va siendo hora de que la gente "normal" sea un poco más respetada. No es mejor persona quien tiene menor nivel de vida (a estas alturas casi, casi diría que todo lo contrario). No necesitamos ser ricos para saber lo que es ser felices, ustedes tienen dinero y lo saben menos aun. Tienen "amigos" por conveniencia y se rodean de hipocresía y falsedad, y para colmo parece que les guste. Perfecto. Pero no intenten cambiar a quién no es así, porque somos humanos y estamos en nuestro derecho de defender nuestros valores.
Y porque algunos preferimos trabajar envasando naranja en un almacén antes que en una oficina pija en la que nadie respeta nada y para colmo rige la prepotencia y el clasicismo.
Por la parte que me toca, me voy a tomar unas merecidas vacaciones de todos y de todo; voy a poner cada cosa en su sitio y volveré, como siempre, con más fuerza que antes, y cortando cabezas de quienes no merecen estar a mi lado.
Y quedarán como siempre, los pocos buenos que también hacen de vez en cuando por ponerse en mi lugar, y me entienden... o no me entienden. Los que en lugar de reirme las gracias me dan su opinión sincera, y su amistad con todas las letras.
Lástima que no todos sepan aún qué significa realmente esa palabra.
Ahí queda eso.