En muchas ocasiones nos cuesta decir lo que realmente sentimos, aunque reventemos de ganas de gritarlo al aire. Creemos que eso nos protege del daño que nos puede hacer sentir algo que quizás no deberíamos (al menos eso es lo que pensamos).
Pero no nos paramos a pensar porqué pensamos que no deberíamos sentir, si no hay nada más bonito que poder sentir, porque sentir significa estar vivo.
Las malas experiencias vividas hasta ahora hacen que nos bloqueemos y pensamos que si no decimos lo que tenemos dentro de nosotros, no nos pueden hacer daño... y no nos damos cuenta de que quizás aunque la otra persona nos pueda hacer menos daño, nosotros mismos nos hacemos más del necesario puesto que igual nos perdemos vivir situaciones que no viviríamos si no reconocieramos lo que realmente sentimos.
Qué contradictorio ¿verdad?
Y por muchas veces que nos juremos que esta vez será distinta, que seremos sinceros con la persona en cuestión (y sobre todo, con nosotros mismos), cada vez nos es más difícil y nos cerramos más en nosotros mismos.
Tengo una persona muy especial en mi vida y sé que me quiere y sobre todo sé que yo la quiero. Sé también que no le quiero porque él me quiera, sino simplemente porque es lo que siento, por como me siento cuando estoy con él. Me sorprendió el otro día diciéndome que me quiere y que aunque normalmente le cuesta hablar de estas cosas, conmigo le era muy fácil. Y yo, en lugar de seguir la conversación, cambié convenientemente de tema. Cuando me moría de ganas de decirle que me encanta como me me hace sentir, descubrir cosas nuevas con él y poder compartir otras muchas. Mentiría si dijera que estoy enamorada, y también mentiría si dijera que no lo estoy. Hay momentos en los que siento mariposas, y otras en las que simplemente no pienso ni si las siento o no. Estoy agusto tal y como estoy, sin darle vueltas a lo que es, a lo que será mañana. Me he pasado tanto tiempo dándole vueltas a eso que me he perdido lo que realmente importa, que son los momentos que estamos juntos y en los que creo poder decir con certeza que ambos nos sentimos igual de bien.
No voy a imponerme ningún sentimiento, ni voy a dejar de sentirlo. Si en algún momento siento algo que creo que no deba sentir, me leeré este post y me preguntaré ¿POR QUÉ NO? Sentir no es lo que nos hace daño. Nos hace mucho más daño cerrar puetas y seguir viviendo con el mal que nos hicieron en el pasado. Si he de sufrir lo haré, pero lo haré habiendo disfrutado de cada momento que puedo estar a su lado.
Así de fácil. Así de simple. Aunque siempre nos guste complicarnos la vida.
Porque le quiero, y porque hoy por hoy, aunque no tenga el valor de decirselo, él es mi chico. Aunque resulte un tanto patético no decir cosas que él sabe de sobra. Hasta ahí llega a veces la tontería humana. Con lo fácil que resultaría la vida si en lugar de pensar tanto nos guiaramos un poquito más por nuestro corazón.
Por lo bueno, y sobre todo por lo malo que hemos vivido juntos... porque hemos sido capaces de seguir juntos a pesar de todo eso... algún valor ha de tener.
Y yo sólo sé que a pesar de tener malos momentos, me hace muy feliz saber que está en mi vida. Que la mejor decisión que he podido tomar, es confiar en el y pasar de las malas lenguas... seguir mi intuición y darle un voto de confianza de los buenos, no de los de boquita.
Y dure lo que dure, y sea lo que sea... sé que no me arrepentiré.