martes, 22 de abril de 2014

Inmaduro




Mendigué un beso donde ya no quedaba un te quiero,
Allí donde no quedaban melodías para hacer cada nuevo día.
La luz se tornó oscuridad.
La lluvia cayó sobre el cristal.
¿Eras tú el que decía que no habría ningún final?
El árbol dejó de dar sus frutos.
No había calor que lo acogiera entre sus brazos.
¿De verdad creías que sólo la muerte nos separaría?
Qué inútil de mí pensar más por ti.
No había razón para estar unidos.
Fuimos escogidos entre un millón.
Maldito el Dios que ante ti me cruzó.
Un nuevo roto más para pegar a mi corazón.
Y pensar que eras tú el que decía que darías la vida entera.
Yo y mi ingenuidad.
Tú y tu niñez.
No hay más que añadir.
No busques, no encontrarás en mi rubor al tonto que ante ti cayó.
No quiero ser más la luna de tus noches sin pasión.
Cierto es que alguien vendrá,
Pero cuidado tendré de que no sea un inmaduro más.

©Manuel García Tristante


 

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