viernes, 31 de enero de 2014

Amistades posesivas


Origen del problema

Según la psicóloga clínica Silvia Cordero Encalada, toda persona posesiva posee un carácter muy absorbente y pretende tener siempre cerca a las personas que quiere. Tal comportamiento puede estar vinculado a un trastorno de personalidad narcisista (enamorado de sí mismo), dependiente, histriónico (llama la atención) o borderlinde (inestabilidad emocional y pensamiento polarizado).

“Este sentimiento generalmente es consecuencia de una dependencia emocional que conduce a las personas, hombres o mujeres, a querer poseer al otro. Las sensaciones, pensamientos y actitudes posesivas conducen a un exceso de control, escenas y chantajes emocionales”.

Tal comportamiento, agrega, se origina en el sistema de crianza, de las experiencias de vida y del autoconcepto y estima que la persona tiene de sí misma e incluso depende de las amistades que tengan el uno y el otro.

Pero en realidad, la fuerza dominante que se esconde detrás de la persona posesiva, no importa si es hombre o mujer, amiga o amigo, es la inseguridad adquirida por lo general durante el proceso de socialización que vive la persona durante los primeros años de vida, y que en la etapa de la adolescencia se hace más frecuente, en alrededor del 65%.

Según el psicólogo clínico Samuel Merlano, la inseguridad se generó porque durante las primeras etapas de vida la persona sufrió vacíos afectivos o maltratos por parte de sus familiares, creando en el individuo un enorme deseo de ser amado, aceptado, considerado, admirado y, sobre todo, de sentirse importante.

Amistad enfermiza

Si la persona posesiva no controla a tiempo su problema este genera consecuencias o riesgos, ya que su comportamiento podría convertirse en una enfermedad. Es decir, agrega Cordero, en una batalla donde se lucha con rivales reales o imaginarios, puesto que genera intranquilidad, estrés y ansiedad.

Una amiga posesiva, por ejemplo, siempre tiene un comportamiento controlador, absorbente emocionalmente y pretende que su amigo o amiga permanezca a su lado. Además, muestra celos y no permite que otras amistades interactúen. Mientras que el amigo suele ser violento, obsesivo y absorbente emocionalmente

También, dice Merlano, los posesivos invaden la privacidad de sus amigos, les impiden tener nuevas amistades, los llaman a cada momento para controlarlos, les manifiestan que nunca los dejen, y en algunos extremos los manipulan con que si los abandonan podrían morirse o matarse.

“Las personas obsesivas suelen, al inicio de la relación, satisfacer necesidades materiales o alimenticias de la nueva amistad a cambio de que no busque otras fuentes de satisfacción que no sea él o ella”.

Incluso si las personas posesivas tienen a sus amistades dentro del trabajo, al principio, agrega, resultan ser de mucha ayuda, ya que se ofrece a apoyarlo en todo y sobre todo, que logre sus metas y cumpla los objetivos. Pero a medida que se intensifica la obsesión se convierte en un fuerte estrés y conflicto en el trabajo, debido a que la amistad obsesiva empieza a tener celos de sus compañeros, jefes, familiares, entre otros, creándole serios problemas, discusiones, mal ambiente laboral, problemas de concentración y, sobre todo, la intención de hacerlo sacar del trabajo para sentirse más seguro.

También, dice Merlano, las amistades posesivas influyen mucho en la relación de pareja de sus amistades, ya que todo el tiempo les están señalando los defectos de su cónyuge como, por ejemplo, qué hace o no hace por él o ella, y la forma de tratarle. Incluso siembra desconfianza para que se aleje de su relación y así pueda centrarse en la amistad de ambos. Entonces, el amigo o amiga posesivo se convierte en el salvador o mesías, en el único que sí lo quiere, lo comprende, lo ayuda en todo, y el que está en todo momento.

Extracto de:

http://www.larevista.ec/orientacion/psicologia/amistades-posesivas


Vamos que no hace falta decir nombres... la mayoría de mis lectores saben muy bien a qué situaciones y a qué persona me refiero. Si en algún momento os digo que me vuelvo a hablar con ella, dadme dos hostias bien dadas. Gracias.






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