viernes, 10 de enero de 2014

Elección



Hace tiempo que me llevo dando cuenta de que en realidad, la mayoría de las cosas importantes en esta vida son una mera cuestión de elección.
Así, por ejemplo, podemos elegir la importancia que le damos a las cosas que nos rodean, a los malentendidos con otras personas, a las situaciones desagradables, a las malas noticias. Por supuesto habrá siempre situaciones que nos afecten más y otras que menos...
Pero ser rencoroso u orgulloso no es más una pérdida de tiempo que a los únicos que nos daña es a nosotros mismos.
Así pues, decidí un buen día aprender a perdonar aunque haya cosas que no se olviden, a apartar el rencor de mi vida, a dar nuevas oportunidades a personas que se habían equivocado... 
Porque nadie, absolutamente nadie en esta vida está libre de pecado, y a todos nos gusta que nos perdonen cuando nos equivocamos.
Equivocarse es humano, perdonar y dar nuevas oportunidades también debería serlo. Porque lo que conseguimos actuando de esa forma no es que los demás piensen que seamoms tontos, sino que nosotros mismos podamos estar en paz. 
Yo, personalmente, prefiero pecar de tonta y optimista que de rencorosa, orgullosa o pesimista.
Con eso, he tomado mi decisión personal de cómo seguir el camino de mi vida... 
Con menos malos rollos y mucha más paz interior, serena, tranquila... 
Y me gustaría que esto fuera una reflexión que haga pensar a los que me rodean si realmente merece la pena enfadarse por tonterías o tomarse tan a pecho cosas que se dicen a veces sin pensar... porque somos nosotros mismos los que podemos elegir si permitimos que esas pequeñas cosas sin importancia se conviertan en una montaña y dejamos que nos separen de las demás personas o si decidimos no darles importancia y valorar lo bueno que nos une a ellas. 




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