Era un matrimonio muy pobre. Apenas subsistían con lo más necesario. Ella pasaba los días hilando en la rueca delante de la puerta de su modesta casita, para ayudar con unas monedas al sustento de su hogar. Todo aquel que pasaba por delante de ella se quedaba prendado del hermoso pelo negro con hebras de plata que caía sobre su espalda. Ella lo cuidaba y lo mimaba con esmero para conservarlo siempre bello. Era su bien más preciado y se sentía orgullosa de él.
Él vendía frutas y verduras en el mercadillo del pueblo, fumando en una vieja pipa que le acompaño en mucho años y a la que quería , era su compañera en esas largas horas de trabajo, lejano de su casa.
Se acercaba el aniversario de bodas y no contaban con ningún dinero extra para regalarse nada.
Ese día de su aniversario... Un escalofrío la recorrió la espalda pero feliz pensó en su hombre, le imaginó delante del puestecillo que tenia en el mercado, fumando con deleite su pipa con tabaco de sabor a jazmín y canela, como un gran comerciante. Vendió su pelo por unas cuentas monedas y alegre se dirigió a comprar el tabaco que tanto le gustaba a su marido.
Él pensó en lo mismo; ¿qué podía hacer para regalar a su mujer en este dichoso día? Imaginaba su carita de sorpresa sonriendo al recibir una sorpresa inesperada y destapando nerviosa el regalo. Y su cara se lleno de gozo, con este pensamiento.
Al caer la tarde ella le esperaba ansiosa... le vio venir por la vereda del camino dichoso, traía un paquete en sus manos preciosamente envuelto. Había vendido su querida pipa, para poder comprarle a su amada unos peines para su hermoso pelo. Aún quedan amores verdaderos, y me alegra ser testigo de uno de ellos.
Enhorabuena por vuestro compromiso.
Silencio, me estoy tirando al monte, silencio,
hay pasos que me vienen siguiendo...
pero eso es que me ha dao siempre igual,
jaleo, ¿tú te vendrás conmigo?, jaleo,
si hasta al cerrar los ojos te veo,
si nunca nos vienen a buscar,
Y los olivos me cuentan que me canso de soñar contigo
que estoy acorralado y no me quedan tiros,
que va siendo hora de despertar.
Y en los nogales acuesto al beso que te empaña los cristales,
el que ha escrito con mierda entre los matorrales
que va a morir en un barrizal,
Y tallo corazones a navaja en el torso desnudo de un naranjo,
que quiero ver bajar de tu mirada, con las armas cargadas,
bandoleros a caballo,
y con sus crines hacerte una cama para que siempre duermas a mi lado,
y darnos al vaivén de la mañana,
que nos dará mas vueltas que una piedra en un barranco,
que una piedra en un barranco.
Te huelo, te crees que estoy roncando y te huelo,
y vuelo entre la cama y el suelo,
Y vuelvo pa quitar el serrín
a tiempo, a tiempo de decirte...nos vemos
Y yo seré la sombra de un sueño,
la luz será la luz de un candil,
y de un almendro te haré una flauta para que la sople el viento
y una cachava para apalear al tiempo que siempre se nos quiso escapar,
y de una encina te haré carbón si se te cae la noche encima
y que su mando sea un paño de cocina para desempañarte el cristal,
Y tallo corazones a navaja en el torso desnudo de un naranjo,
que quiero ver bajar de tu mirada, con las armas cargadas,
bandoleros a caballo,
y con sus crines hacerte una cama para que siempre duermas a mi lado,
y darnos al vaivén de la mañana,
que nos dará mas vueltas que una piedra en un barranco,
que una piedra en un barranco.
Y agárrate a la grupa si empieza a oler mal,
que vamos galopando hacia ningún lugar,
y ahuecando, que vienen a miles
los Guardias Civiles y la Nacional,
y con menos papeles que una liebre andar,
por trochas y caminos volver a empezar,
donde no haya un ojo que vigile.
Y tallo corazones a navaja en el torso desnudo de un naranjo,
que quiero ver bajar de tu mirada, con las armas cargadas,
bandoleros a caballo,
y con sus crines hacerte una cama para que siempre duermas a mi lado,
y darnos al vaivén de la mañana,
que nos dará mas vueltas que una piedra en un barranco,
que una piedra en un barranco