miércoles, 16 de mayo de 2007

Ilusiones


A veces, los adultos, por muy adultos que seamos, no dejamos de ser niños.
Nos ilusionamos fácilmente con cosas que tenemos ganas de vivir, sean vivencias propias o de seres queridos. Pero siempre hay quienes se encargan de destrozar nuestra ilusión más grande, haciendo que todo parezca ridículo, impuesto por obligación... y se nos olvida el motivo real de nuestra verdadera ilusión.
A veces, nuestra ilusión no es la nuestra, sino la de nuestros hijos. Y cuando alguien se encarga de presionarnos, imponernos y obligarnos a cosas que no deberían, se nos olvida que el verdadero protagonista no somos nosotros, sino la criatura que no tiene culpa de nada.
Se les olvida sobre todo a esas personas con ganas de fastidiar y anular nuestra ilusión.
Desde aquí me gustaría apelar a todos vosotros, que nunca nadie sea capaz de agobiaros hasta el punto de olvidar el verdadero motivo de vuestras ilusiones. Luchad por ellas, con todas vuestras fuerzas; por vosotros, por la sonrisa de vuestro ser más preciado.
Es injusto dar de lado por vuestros agobios a las personas que os quieren, pero lo más injusto sería tirar la toalla y dejar de ver los ojos iluminados de un niño.
No permitais que nada ni nadie os quite la ilusión por un día importante en la vida de un niño, pues, el será feliz si os ve felices a vosotros, y vosotros lo sereis cuando le veais sonreir.
Con el tiempo, todo vuelve a su cauce... y los niños saben ver muy bien quién hace qué por ellos.

Mil besos a quienes se den por aludidos.

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