A mi ángel...

Después de tantas dudas y tantos miedos todo queda reducido a nada cuando te tengo cerca de mi. Tantas preguntas sin respuesta y tantas respuestas sin tener que preguntar. Contigo me llega siempre la paz, la calma después de la tempestad. Por algún motivo inexplicable me siento como si te conociera de toda la vida, cuando estás a mi lado estoy relajada y tranquila.
Hay tantas cosas que no consigo comprender, pero cuando tú estás a mi lado, nada importa. Es como si un extraño lazo me uniera a ti y existiera una extraña conexión que en ocasiones nos hiciera entendernos sin palabras.
Es raro, a veces pienso que desvarío cuando te expongo mis dudas, y otras pienso que lo hago cuando te expongo de lo que estoy segura. A veces pienso que no tengo nada de ti, y otras que tengo todo lo que puedo pedir. Y no quiero garantías, porque no existen, para nada en esta vida. No quiero promesas que no se puedan cumplir, quiero ilusiones para compartir.
Soy una impaciente, de eso ya te habrás percatado. Pero muy persistente cuando creo que algo merece la pena. Y tú también sabes, a pesar de todo, que siempre he estado convencida de que tú la mereces.
Es posible que me equivoque. Pero cómo tú dices, todos nos podemos equivocar, y desde luego no voy a dejar de comprobarlo por mi misma en lugar de tirar la toalla y dejar escapar la oportunidad para poder hacerlo.
Porque ahí donde me ves, en el fondo no dejaré nunca de ser una soñadora... y el mayor sueño que hoy tengo es el de poder pensar que los sueños, en ocasiones, se pueden hacer realidad. Que a pesar de que hay cosas que a veces cuestan pronunciar, ambos sabemos que ahí están. Y que nunca perderemos lo que hoy tenemos, a pesar de lo que en un futuro pueda pasar.
Aparecistes en mi vida como un ángel sin saberlo, y te convertistes en parte de mis sueños. Ahora estás en ellos, haciéndo que cuando no estás te eche de menos. Pero quizás incluso tus ausencias hacen que aprecie más tu presencia, y disfrute más esos momentos en los que te tengo cerca.
Y es justo en esos momentos cuando me doy cuenta de que nada ni nadie me va a cambiar jamás. Que debo ser yo misma y olvidarme de todos esos estúpidos miedos que nos envuelven a veces cuando algo nos ha salido mal anteriormente. Y que no deben pagar justos por pecadores.
Podría seguir escribiendo muchas cosas más, pero en este punto prefiero aplicar eso de "A veces dice más un silencio que mil palabras". Y creo que hemos tenido muchos momentos de silencio compartidos que han hablado por sí mismos.
Este post va dedicado a tí, mi ángel, con todo mi cariño.

"La única condición para alcanzar las estrellas
es liberarse del miedo a fracasar antes de intentarlo"