domingo, 18 de noviembre de 2012
La vida misma
Tengo que confesar que la última entrada ha surgido así, de repente. Al decir que mi vida es un puto caos, a pesar de que los tiros cuando llevaba esa frase en mente iban por una parte muy distinta, ha salido de mí el remolino de frustración y angustia acumuladas que llevo dentro por la situación actual.
No os voy a repetir eso de que la vida no es fácil, porque todos lo sabéis, ni os voy a dar ánimos porque hay momentos en los que ni yo misma los tengo.
Pero desde luego, llegada a este momento, tengo un lío en mi vida que ni yo misma me aclaro con lejía. Tengo la cabeza por un lado y mis corazón por el otro, ya sabéis, el juego de la lógica y de los sentimientos que tantas veces se cruza por nuestros caminos. Cuando el pasado se sigue mezclando con el presente y no permite que el presente se convierta en futuro no puedes evitar sentirte encerrada por momentos, como si alguien al que no le corresponde tuviera en sus manos la llave de tu destino, aunque se supone que esta persona ya no debería formar parte de tu vida.
Pero en esta vida no cuentan sólo los sentimientos, son muchas cosas más las que definen nuestras decisiones, siendo dos factores entre muchos otros la necesidad y el miedo a romper con todo porque posiblemente entonces te veas en una situación no sostenible para ti y para tu hija.
Cuando tu vida ya no depende sólo de ti misma, pasas a formar parte de ella como si fueras un espectador, siempre en segundo plano, teniendo como prioridad el bienestar de tus hijos. Es algo que suena muy sencillo pero puede resultar de lo más complejo según la situación de cada uno. Aquellas personas que estén solas con sus hijos sabrán muy bien de lo que hablo. Es como si, en parte, dejaras de existir.
Siempre he dado por hecho que este sacrificio era de lo más normal y nunca lo he cuestionado. Pero tengo que reconocer que en algunos momentos me gustaría encauzar mi vida de una forma que no casa en absoluto con eso de tener hijos, y menos si su padre no cumple con sus obligacioes mínimas y acabas siendo madre soltera las 24 h del día, prácticamente 365 días al año, sin ayuda ni apoyo por nadie, porque el poco apoyo que tenía antes de mi madre se esfumó cierto día en el que ella decidió no tener hija y yo por fin decidí, no tener madre. En el fondo he de darle las gracias porque así debo ser más responsable de las decisiones que tomo con mi hija y del camino que tomo en mi vida, y sobre todo no estoy absorbida por una persona según la cual toda mi vida lo he estado haciendo absolutamente todo mal.
La verdad es que ahora mismo intento dejar fluir los acontecimientos aceptando las circunstancias que me rodean y el camino que es mejor tomar ahora mismo, aunque en realidad me gustaría andar otro muy distinto y me entristece no poder hacerlo. Intento darle tiempo al tiempo y confío en que estos nudos entre los caminos de mi vida se acaben disipando y que con el tiempo todo caiga por su peso. Con ese pensamiento intento ir más calmada por la vida y no perder la esperanza de que algún día llegue un mañana mejor de lo que fue el ayer.
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