sábado, 17 de marzo de 2007

Tocada, pero no hundida


Es increible en qué medida nos afectan a veces algunas cosas a las que ni siquiera le daríamos importancia si no fuera porque en algún momento anterior en nuestra vida ya hemos pasado por una situación parecida e inconscientemente hacemos pagar justos por pecadores.
Un año con alguien que no paraba de hacerlo ha sido más que suficiente como para causar el mismo efecto en mi, y siento rabia, rabia de no haber podido darme cuenta antes, de no haber salido antes de esa situación, y sobre todo rabia de no poder evitar esa eterna desconfianza en los demás a día de hoy.
Estoy harta, harta de sentir miedos, harta de pagar el pato de cosas que no tienen nada que ver conmigo, harta de ver en lo que me he convertido.
Cansada, muy cansada de esta situación.
Necesito escapar, relajarme, pensar... dejar pasar el tiempo. Necesito aclararme, recolocarme. Necesito poder ser capaz de una vez por todas de ser yo misma de nuevo. Necesito paciencia... tanto tenerla como que la tengan conmigo.
Necesito mi espacio y mi tiempo para poder serlo. Que me devuelvan mis alas... las que siempre me han hecho volar y ser fuerte. Volaron tanto tiempo sobre ellas, que ahora están quebrantadas y sin fuerza para levantar el vuelo.
Y sé que sólo podrán recuperar su fuerza e ilusión con el paso del tiempo. Y con la ayuda de todos aquellos que me aprecian y me quieren, y no le dan importancia a mis neuras... porque saben de dónde vienen.
Me apena pensar que en el camino se pueda quedar algo o alguien, pero la vida es así... y sólo el paso del tiempo nos demostrará quiénes son las personas que realmente merecen la pena estar en nuestras vidas.
Aunque, por otro lado, no todo es negativo.
Todo lo que estoy viviendo, lo que está sucediendo, me hace darme cuenta de nuevo de cómo no quiero llegar a ser, y luchar por volver a ser la misma de siempre. Esa que lucha a muerte por las cosas y personas en las que cree. Esa que confía en los que la rodean, que comparte y difunde alegría. Esa que odia las injusticias. Esa que a veces llora, pero siempre sonríe. Esa que vive. Esa que era antes, y que pienso volver a ser. Porque así soy yo.
Y me niego a quedar tocada y hundida por una batalla cuando la guerra no ha acabado aún. Así que voy a luchar con todas mis fuerzas para curarme esas heridas que quedan en mi cuanto antes, para poder levantarme y seguir adelante.
Y ahora... os dejo. Porque me he dado cuenta de que tengo mucho trabajo por hacer. Y lo pienso comenzar cuanto antes.
Porque decir palabras al viento no es más que perder el tiempo.
Y porque me queda mucha vida por delante.
A todos aquellos que me acompañan en este viaje...
MIL BESOS

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